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Otros textos sobre arte

LA MUERTE DEL ARTISTA

Para que una sociedad llegue a ser una sociedad artística es totalmente necesario que la figura del artista como creador omnipotente de iconos dignos de ser admirados por el público mayoritario debe ser eliminada.

Las conclusiones a las que he llegado tras una profunda autocrítica han sido las siguientes:

-Hasta ahora el artista era un creador de experiencias artísticas, único ser capaz de crear arte  de entre su grupo de expresión artística, pero que a su vez se encontraba sometido a la demanda de dicha expresión artística y su prolongada permanencia. El artista siempre se ha debido a su público, al que nunca debía defraudar.

-La obra de arte se entrega como un objeto de lujo acabado en el cual, tan solo en algunas ocasiones, el espectador tiene la capacidad de interactuar, siempre a voluntad de los deseos del artista y dependiente de una unidad espacio temporal.

-La obra de arte se encuentra normalmente enclavada en un espacio específico, normalmente en un museo o una sala de exposiciones, en un lugar cerrado y elitista al cual la actual sociedad moderna, racionalista y consumista ha relegado el arte y al cual ha dejado de asistir con normalidad. El artista se convierte e un producto que se puede desechar y que forma parte de una agenda de ocio en el cual se encuentran enclavadas otras actividades. Es una opción y en casi ningún caso una referencia vital, sino algo secundario e incluso reprochable por una mayoría de la sociedad que considera el museo como algo elitista y para personas            "cultas". Al igual que el lenguaje o el transcurso histórico, el arte debe ser una parte disuelta en la esencia social, ya que son parte de las características propias de lo esencial y genuinamente humano.

-La obra de arte actual se encuentra sujeta a la unidad de tiempo. Como objeto de consumo es pasajera en la experiencia diaria y se convierte por lo tanto en un objeto finito, con fecha de caducidad.


Como conclusión, propongo que el artista actual es en su gran mayoría, un ser superior intocable, que desde una alta atalaya ofrece su generosa donación artística al  mundo, a unos espectadores que por sí mismos deciden si experimentan la experiencia artística que les ofrece el artista mediante una demanda consumista, cambiante y sujeta a modas. El arte ha dejado de cambiar por pura evolución y novedad artística para ser mediante las modas impuestas. Además, la obra de arte del artista-dios suele tener un carácter limitado a nivel espacio temporal.

Vistos los defectos del artista-dios y de su producto artístico, se puede llegar a la conclusión de que su método está caduco y es necesario establecer una profunda renovación. El artista ha muerto.

Para eliminar al artista-dios es necesario empezar por la raíz y contraponer al artista que ofrece su obra ya concluida a la sociedad, un artista que se disuelva en el entramado social, para que sea el propio entramado social el que genere,  por estimulación artística, la obra de arte.

Así, la figura del artista-dios, el creador de la obra de arte, desaparece y se transforma en artista-estimulador que mediante la estimulación artística directa, dentro del propio entramado social y no en museos o actuaciones puntuales, despierte el entramado artístico, que es similar al histórico o lingüístico y que permanece aletargado por diversas razones, pero que no es inexistente. Así el artista-dios desaparece en favor de una sociedad creadora de estímulos artísticos individualizantes pero colectivizados que provocan un despertar de las mentes aletargadas por un entorno esencialmente tecnificado y deshumanizado. Creando así una nueva sociedad fundamentalmente artística pero también política y social, ya que el despertar del propio sentido artístico y estético provocará un cambio en la misma esencia del ser humano.



EL ARTE COMO DROGA: LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA EN EL SIGLO XXI

¿ Qué utilidad podría tener el arte en una sociedad racional? El arte, en su base, carece de una utilidad práctica, la utilidad del arte es algo añadido, algo que no pertenece a su esencia y en la mayoría de los casos, ni tan siquiera el arte pretendidamente práctico acaba por serlo. En una sociedad racional, el arte sin razón es algo inútil y por lo tanto tiende hacia su desaparición.


El arte del último siglo ha buscado en muchas ocasiones tener una utilidad práctica que tiende a limitar sus infinitas posibilidades. En algunas de las últimas tendencias artísticas  se va en contra del propio arte, elevando la crítica artística a un categoría artística mas.

Además, el arte siempre ha procurado comportar cierto aire de cambio o revolución social, ya sea luchando por causas políticas, como por causas concretas, como pueden ser la liberación en el propio arte.

Ahora bien, éstos modelos de arte también han pretendido normalmente dar una explicación definitiva  de lo que denominamos arte, auto-imponiéndose como único modelo artístico válido, aunque en realidad todos esos modelos artísticos han sido válidos; ya que son todos ellos, diversos vértices de un mismo concepto universal, el arte.

El arte es una expresión íntimamente humana, es una manera diferente de observar la realidad, pero es un modo de expresión diferente en cada individuo, incluso la obra más colectiva tiende a tener un componente individualizante o de identificación de grupo. Los límites identificativos se encuentran dentro de los límites del propio individuo o grupo que realiza la obra. Debido a esta capacidad individualizante, la obra llegará siempre a un número limitado de espectadores de manera completa, que serán aquellos capaces de comprender y disfrutar del mensaje que expresa la obra.

Para que una persona sienta como suya una obra artística es necesario es necesario que el receptor entienda de manera consciente o inconsciente  la obra y la asimile como tal obra de arte , a continuación, para el disfrute total es necesario sienta cierta forma de placer ante la contemplación o el uso de dicha obra.

Una persona puede asimilar y entender de forma inconsciente una obra si ésta es capaz de transmitirle un mensaje sensorial. Esto sucede con bastante asiduidad por ejemplo al escuchar canciones en idiomas que desconocemos, pese a ello nos gustan y una letra triste nos provoca sentimientos tristes si está bien construida y compartimos su mensaje.

Dependiendo del número de personas a las cuales llegue un mensaje artístico, la obra de arte logrará o no su objetivo y tendrá más o menos éxito en su difusión y asimilación a la cultura social global.

Finalmente, la falta de comunicación del mensaje del arte actual parece ser precisamente la causa de que, pese a que existen obras que alcanzan precios multimillonarios en las grandes subastas de arte y su repercusión llega incluso a los periódicos de tirada diaria, no existe una repercusión real del arte en el mundo "real" quedando como algo elitista, cursi e incluso feo o incomprensible, casos como el de Damien Hirst, un autor cuya obra alcanza cifras millonarias en las subastas y que sin embargo es ampliamente desconocido incluso entre el grupo más o menos culto de los propios artistas. Una obra que además es ampliamente criticada por su mas que probable falta de sentido artístico real, más allá del fenómeno puramente comercial.







DERECHOS DE LA OBRA DE ARTE 

I.     La obra de arte tiene derecho a la vida
II.     La obra de arte tiene derecho a la muerte
III.     La obra de arte tiene derecho al asesinato
IV.     La obra de arte tiene derecho a no ser destruida
V.     La obra de arte tiene derecho a no ser de una persona
VI.     La obra de arte tiene derecho a no ser de nadie
VII.     La obra de arte tiene derecho a ser de todos
VIII.     La obra de arte tiene derecho a no permanecer encerrada en un museo
IX.     La obra de arte tiene el derecho de no ser idolatrada
X.     La obra de arte tiene derecho a que opinen sobre de ella
XI.     La obra de arte tiene derecho a ser entendida y escuchada
XII.     La obra de arte tiene derecho a ser mal arte
XIII.     La obra de arte tiene derecho a ser espiritual
XIV.     La obra de arte tiene derecho a ser original
XV.     La obra de arte tiene derecho a ser conocida o a pasar totalmente desapercibida
XVI.     La obra de arte tiene derecho a opinar y decidir sobre el mundo que le rodea
XVII.      La obra de arte tiene derecho a ser obra de arte si alguien así lo desea, aunque esto no garantiza su calidad como obra de arte.
XVIII.     La obra de arte tiene el derecho y la obligación de ser parte fundamental de la vida del ser humano.
XIX.     La obra de arte tiene el derecho y el deber  de ser objeto de originalidad y cambio
XX.     La obra de arte tiene derecho a tener derechos 



EL ARTE COMO NOVEDAD



El ser humano se siente perdido en un mundo excesivamente predecible en el que nada se salta la lógica racional.  Por lo tanto, existe una escasez de estímulos externos, que provocan un estado de baja excitación intelectual.


El ser humano disfruta con lo novedoso, a lo inverosímil en cierta forma. El ser humano disfruta viajando, conociendo nuevos lugares, una realidad e incluso una racionalidad diferente, esto provoca en el ser humano un estado de excitación de los sentidos y de la mente extraordinaria, provocando un estado de placer y de felicidad.

El arte es parte de esa novedad y la degustación artística pasa por una primera fase de experiencia metafísica, de catarsis como realidad totalmente diferente.

El arte no pierde en parte la capacidad de excitación mental, pero en la novedad, en lo nunca visto es donde el ser humano tiene mas capacidad de recrearse y por lo tanto de disfrutar. No es difícil cansarse de aquello que es rutina y el arte es así.

Pese a que la novedad es fundamental para la activación mental, un excesivo número de novedades efectúa el efecto contrario, de saturación de imágenes y por lo tanto de falta de síntesis y de capacidad de asimilación estética por parte del ser humano. Esto se refleja en la actualidad en varios campos y un ejemplo claro es el de la información, ya que ante el exceso de información, el receptor se siente desinformado.

Es difícil que en un mundo donde el consumo de imágenes es constante una imagen destaque por sí misma por encima de las demás, calando y modificando realmente la sociedad.

Así, para que el arte realmente quede impreso en la sociedad en necesario actuar de forma directa en ella misma. Para que una obra de arte funcione es necesario llevar un punto de irracionalidad a un mundo tan profundamente racional. ¿Por qué no pueden colgar del techo de una casa cientos de latas de conserva?

Irracional no tiene por qué ser sinónimo de absurdo, sino de libertad creadora y de degustación. Romper normas para crear experiencia artística. Así, las Meninas de Velázquez, una obra plenamente realista y conservadora para el mundo actual, puede actuar como una obra innovadora y activadora del intelecto si es colocada por ejemplo en un contexto diferente al que le es reconocible. Todo aquello que provoca experiencia artística es digno de ser considerado arte, aunque sea una experiencia muy minoritaria.




EL  ARTISTA  QUE  SE  CREYÓ  DIOS  Y  ACABÓ  SIENDO  BUFÓN

Soy un artista y quiero cambiar el arte de ahora. El arte ya no comunica, ahora el arte solo vende. El arte debe unir y no separar; el arte debe eliminar las fronteras y hacernos mas felices.

Ante el panorama de economía en crisis, de mundo en crisis y de valores en crisis se hace necesario cambiar nuestra vida. Hay que crear una sociedad realmente libre e inteligente, una sociedad artística.

Pero ¿Qué le ocurre al artista de ahora? (Entre los cuales yo, por cierto, también me incluyo, que aquí nadie es un santo)

Pues sucede que el artista de ahora se cree un dios porque vende sus obras a cuatro papanatas y no se da cuenta de que no es mas que un bufón que le ríe las gracias a esos que se visten de rey. El arte de hoy se encuentra sometido al gusto de unos cuantos. Por cierto, unos cuantos que, casualidades de la vida, son dueños de los grandes lobees del arte... Por qué será que me da que lo único que quieren esos del arte es sacar tajada económica.

Sucede que en una sociedad tan "democrática" como la actual, el arista sigue siendo el tipo raro que crea una obra de arte. Y que la mayoría, si quieren (que normalmente no quieren a no ser que la que aparezca en el cuadro sea la duquesa de Alba) lo disfruten en las paredes del museo o la galería de turno y poco mas. Por cierto, que a esa mayoría o minoría que va al museo le da igual ir al teatro, ir al museo o darse un paseíto por las ofertas del Corte Inglés. Y es que el arte ya no pasa de ser un producto de consumo más, como un suéter o una buena comilona regada con cerveza.

Y sucede por cierto y viniendo al caso, que ese mismo artista que se cree un dios y mira desde su alto trono de bufón, mañana puede estar en una cuneta muerto de hambre porque ha pasado de moda. Porque el arte ahora es eso, una moda; por cierto bastante caprichosa.

Fíjense si la moda es caprichosa y es poderoso el señor don dinero, que mientras que muchos artistas buenos de verdad las pasan canutas (de esos están las calles de las ciudades repletas) las grandes subastas se llenan de grandes mediocres que en muchos casos ni siquiera se manchan las manos para hacer su próxima obra maestra. Total, con seguir las recetas del triunfo... Cualquier taller de subordinados te hace un animal en formol, mientras tú duermes la mona de la última fiesta en una de las cien habitaciones de tu mansión inglesa.  

Y me gusta tan poco lo que está sucediendo. Y me gusta también tan poco que la gente no se mueva ni para luchar por su puesto de trabajo. Que voy a decir lo que pienso aunque lo que pienso sea tirar piedras contra mi propio tejado.

Y es que, haciendo un inciso, yo soy uno de esos que venden arte, aunque me podrás ver con mis cuadros en la calle y no en las galerías. Y aunque mis cuadros no valgan mas dinero que una buena comilona. Pero lo soy, yo soy un artista-dios, uno de esos que lanza su idea ya terminada a modo de carroña a cuatro cuervos que consideran que estoy de moda, a esos que me compran un cuadro en vez de comprarse el último call of duty para la Play station 3, que viene a ser lo mismo.

Pero eso no es arte, porque a alguien se le olvidó enseñar desde pequeños a los niños en el cole que posiblemente junto con la historia, nuestra capacidad para destruir nuestro entorno y poco más, sea lo mas genuinamente humano que tenemos, que tal vez sea aquello que realmente nos diferencia como especie de los otros animales. Lo que quiere decir, que solo unos cuantos, al hacer arte, demuestran que son seres humanos y no un grupo de chimpancés traga-plátanos, con perdón por los chimpancés.

Debemos empezar a valorarnos más, a dejar de sentirnos poca cosa como individuo y a demostrar que si queremos, podemos quitar la careta a los artistas que se creen dioses y dejarlos como lo que realmente son, seres humanos. El artista-dios ha muerto, comienza la era del artista-estimulador. Es el momento de que aquellos que se encuentran subidos en su pedestal se bajen de él y comiencen a enseñar a los demás que el arte es cosa de todos, será precisamente en ese momento, cuando todos hagamos éste mundo un poco más humano, cuando por fin habrá alguna esperanza de que este mundo puede ir a mejor, hasta entonces, seguiremos tragando plátanos.